Este 2022 celebramos en Argentina los derechos conquistados tras años de perseverante lucha. Hace poco más de un año, el aborto por decisión de la mujer o persona gestante -una demanda que considerábamos “madre de todas las batallas”-, se transformó en Ley. Hace pocos días, también se logró en Colombia la despenalización del aborto hasta las 24 semanas; y tal vez en algún tiempo nomás, nos sorprenda Chile con sus mujeres enormes conquistando más derechos luego de tantos años de espera. Tenemos avances recientes en varios Estados de México, que se suman a los logros históricos de un movimiento que sale a reclamar por aborto legal en toda América Latina. La lucha feminista avanza y se entrelaza para garantizar y acompañar a países que se encuentran en procesos diferentes, pero con la potencia que significa la articulación internacional y el fortalecimiento de liderazgos de colectivos y espacios feministas inquebrantables en sus demandas.
Toda esa labor que condensa años de lucha, podría ser para nosotras motivo de celebración en el encuentro con otras, aún sabiendo los largos caminos que nos quedan por recorrer. Sin embargo, la guerra hoy empaña esa posibilidad. Como católicas y feministas, estamos convencidas de que no existe “guerra justa”. Siempre estaremos a favor de la Paz. Nos mueve el deseo de justicia social que revierta de una vez y para siempre la desigualdad generada por la avaricia de unos pocos, responsables a nivel global de tanta muerte que el sistema capitalista y patriarcal sostiene.
Hoy hacemos un llamado a los movimientos feministas para alzar con fuerza nuestra voz en defensa de la Paz como fruto de la Justicia, denunciar la desigualdad y el negocio de la industria armamentista que necesita del monstruo de la guerra para que los poderosos de la tierra concentren más dinero, poder y capacidad de destrucción a la humanidad y a todo el planeta. Los feminismos somos la esperanza para la política, para lograr la paz y para la generación de un nuevo paradigma de convivencia humana a nivel global.
La defensa de la vida con la que insisten los sectores conservadores o antiderechos, hoy es silencio ante una nueva catástrofe humanitaria que pone en vilo al mundo. No se escuchan esas voces que tanto manifestaron indignación acerca del debate sobre aborto y la lucha por la soberanía y el derecho a decidir de mujeres y personas con otras identidades capaces de gestar. ¿No es la vida aquello que decían defender entonces estos sectores que hoy se identifican con aquellas fuerzas que juegan a la guerra?
Se vienen tiempos de nuevos desafíos.
Este 8 de marzo gritamos:
Queremos Paz! Queremos Justicia! Queremos más Derechos!
Ni violencia, ni miseria, ni racismo. QUE LA GUERRA NO NOS SEA INDIFERENTE