Disfruto leer, principalmente obras escritas por mujeres luchadoras, conquistadoras de derechos, y comprometidas con causas colectivas. En el último tiempo descubrí a autoras feministas increíbles como Gabriela Cabezón Cámara, Selva Almada, Gioconda Belli y Chimamanda Ngozi Adichie.

Vengo de una familia formada por mujeres fuertes, que han sentido el peso del patriarcado, y las desigualdades que representa, sobre sus propios cuerpos. En ellas encuentro el motivo por el cual luchar por un futuro más amoroso y justo para todas.
Tengo el privilegio de poder compartir tiempo con mis dos hijas. Pocas cosas disfruto tanto como tener la oportunidad de verlas crecer y no perderme las ocurrencias que tienen y las ideas locas que se les ocurren. Muchas veces encuentro muy demandantes las tareas de cuidado, y pienso que estas y otras inequidades no podrán subsanarse sin un enfoque feminista e interseccional en las políticas públicas que nos faltan.

Estudié psicología en la UNC y ahora estoy realizando el trabajo final para recibirme. Me formé en derechos sexuales y (no) reproductivos, salud e interculturalidad y desarrollo organizacional. Mucho aprendí y sigo aprendiendo siendo activista, el encuentro con otres nos transforma y en comunidad podemos pensar y crear mundos libres, vidas plenas.

Frente a otras identidades ser mujer cis me resultó en ciertas circunstancias un privilegio y en otros aspectos terminó implicando opresión, como el acceso a educación universitaria y a trabajos que tienen que ver con mi formación. Creo que lo que me implicó transitar desigualdades y discriminación fueron mis rasgos, color de piel, tengo ascedencia indigena-afro. Con el tiempo dejó de ser solo eso, pasó a ser mi identidad, la fuerza ancestral que sopla como la vida, como ellas y ellos, mis ancestrxs luchando por vivir, resistiendo siglos y hoy elles caminan conmigo.

Me apasiona y me entusiasma ver anime y el kpop, desde los 6 años descubrí esos mundos y siempre me conmueven. También, disfruto mucho hacer karaoke en casa, leer y suelo ver muchos vídeos sobre astrología.Que amo vivir junto a animales y siento que así la vida es más tierna.

Estudié antropología en la Universidad de Buenos Aires. Fui educadora popular y militante piquetera, estuve en la entonces Dirección de asistencia técnica del Consejo Nacional de las mujeres, junto a un equipo de compañeras feministas que me formaron. Colaboré en la Secretaría de Derechos Humanos de la Defensoría de CABA. Al venir a Córdoba, retomé el trabajo con jóvenes, en escuelas y programas enfocados en la formación profesional y el acceso al mundo laboral. Encontré un espacio de pura potencia y acción colectiva en CDD, derribando barreras para el acceso a derechos y la construcción de ciudadanías plenas.

Soy activista feminista antiextractivista. Vivo en carne propia el impacto del agronegocio. En lucha y resistencia contra las fumigaciones y el despojo, y construyendo soberanía para otro futuro posible, formo parte de una experiencia de radio llamada La Semilla; junto a compañeras hacemos la columna "La Vida en el Centro. (Eco)feminismos y luchas por el Buen Vivir".

Tuve el privilegio de nacer en una familia amorosa y comprometida que me enseñó a no callar ante las injusticias. Soy sostén de mi hija, emocional y materialmente. La desigualdad en términos de cuidados que vivimos muchas madres que criamos solas a nuestrxs hijes, impacta en diversos aspectos e implica un acceso diferencial a oportunidades. En ese sentido, he vivido injusticias que forman parte de la lucha que llevamos adelante todos los días de nuestras vidas.

Como persona marrón nacida en el norte del país, poder acceder a educación universitaria fuera de mi provincia, elegir una carrera por deseo y no por salida laboral, poder acceder a trabajos que no estén estrechamente relacionados al servicio, la limpieza o los cuidados, fueron privilegios. A su vez, el mismo hecho de migrar, mi color de piel y muchas de las tradiciones ancestrales que sostengo, fueron motivos por los que recibí incontables comentarios y actitudes racistas en ámbitos universitarios, de militancia y eclesiales.

La espiritualidad cristiana y los aportes de la espiritualidad andina que recibí como herencia familiar, son un eje central en mi identidad, atraviesan todo los aspectos de mi vida y es desde donde me paro para entender el mundo e intentar transformarlo en un lugar más justo, con más y mejores derechos para todes.

Me apasionan todo tipo de actividades donde lo visual y las manos sean las que se expresen, que puedan contar historias y expresar luchas: dibujo, pintura, cerámica, tejidos, fotografía.

Fue un privilegio en mi vida acceder a la educación superior en la Universidad Nacional de La Plata, siendo una joven pobre proveniente de una provincia del norte.
Viví la opresión del patriarcado y la mirada conservadora de la moral cristiana, como todas en mi generación. Y viví para revertirlo en mi propia familia y en la sociedad.

Actualmente me encuentro en la finalización de la licenciatura en Trabajo Social, una carrera que me apasiona y entiendo que es necesaria para problematizar las realidades en clave de Derechos Humanos. Formo parte de un equipo de estudios socio-jurídico de la UNC, donde trabajamos de manera articulada con organizaciones de DDHH e instituciones estatales. Me apasiona la investigación social y deseo desarrollarla a futuro. La cárcel y el trabajo con las comunidades de base, mis espacios de pastoral y militancia social contribuyeron a esta decisión.
Desde un enfoque interseccional tuve el privilegio de acceder a la educación. Aunque en esos espacios siento que mi cabello o color de piel fueron percibidos como obstaculizadores.

Me apasionan los libros, jugar al fútbol y tocar la guitarra. Salir a pedalear largas distancias por espacios verdes y con lindos paisajes. Sentarme a la orilla del Río Dulce y tomar mates con amigas.

Gracias al apoyo de mi padre, madre y hermanes, tuve la posibilidad de estudiar una carrera universitaria y ser la primera persona de mi familia en poder acceder a la universidad. Estudié una carrera estereotipada y muchas veces sexista; haber elegido un camino no hegemónico muchas veces representó desvalorización y falta de acceso a empleo.

Soy de un pueblito a 200 km de Córdoba capital, estudié en un Colegio Católico, siempre cuestionado la doctrina imperante de la Iglesia. Desde el año 2017 cuando comencé a formar parte de la Guardia de Abogadas afiancé mi compromiso como operadora del derecho comprometida con los Derechos Humanos de las Mujeres, empezando un camino de aprendizaje que representa un antes y un después en la forma de mirarme a mí misma y como parte de la sociedad y el movimiento.
Me apasiona escribir relatos y poesía desde que soy niña. Hace tres años participo de talleres de escritura creativa. Además me gusta cantar y tocar la guitarra.

Como persona marrón nacida en el norte del país, poder acceder a educación universitaria fuera de mi provincia, elegir una carrera por deseo y no por salida laboral, poder acceder a trabajos que no estén estrechamente relacionados al servicio, la limpieza o los cuidados, fueron privilegios. A su vez, el mismo hecho de migrar, mi color de piel y muchas de las tradiciones ancestrales que sostengo, fueron motivos por los que recibí incontables comentarios y actitudes racistas en ámbitos universitarios, de militancia y eclesiales.

La espiritualidad cristiana y los aportes de la espiritualidad andina que recibí como herencia familiar, son un eje central en mi identidad, atraviesan todo los aspectos de mi vida y es desde donde me paro para entender el mundo e intentar transformarlo en un lugar más justo, con más y mejores derechos para todes.

Me apasionan todo tipo de actividades donde lo visual y las manos sean las que se expresen, que puedan contar historias y expresar luchas: dibujo, pintura, cerámica, tejidos, fotografía.