24M | Memoria y esperanza. Mujeres que hicieron historia por una iglesia del pueblo

Un nuevo 24M nos interpela como católicas. ¿Cómo hacer memoria sin reflexionar sobre el rol de las jerarquías de la iglesia en la dictadura? ¿Y cómo no recuperar también la resistencia y las disidencias de una iglesia comprometida con la justicia, con las luchas sociales, la defensa de los derechos humanos y una vida digna para los sectores más oprimidos?

Durante la década del ’70, los estamentos de mayor poder dentro de la estructura eclesial se alinearon con las fuerzas armadas apropiadas ilegítimamente del gobierno. Pero también otra iglesia –inspirada en el Concilio Vaticano II- acompañó y protegió a su feligresía, y se expuso a la ferocidad del terrorismo de Estado.

Mientras la institución católica adeuda una reflexión sobre las complicidades, y posterga su colaboración con las investigaciones judiciales, nosotras elegimos este 24 hacer presentes a quienes propusieron una lectura popular de la Biblia, a quienes sostuvieron la esperanza de las comunidades de base, a quienes denunciaron las opresiones y desigualdades junto sus grupos parroquiales, a quienes abrieron sus iglesias para albergar las necesidades de barrios y villas. Entonces, como ahora, las mujeres impulsaron gran parte de esa vida comunitaria.

Muchas de esas experiencias de “Iglesia Pueblo de Dios”, que comenzaba a trazar un camino de esperanza y de liberación, fueron blanco de las fuerzas opresoras. La jerarquía pretendió deslegitimar su trabajo, aislando y persiguiendo a grupos como: el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, las congregaciones de monjas inspiradas en la Teología de la Liberación; los grupos de laicos/as católicos/as que acompañaban la organización obrera; la Juventud Obrera Católica (JOC); el Movimiento Rural Católico; las ligas agrarias en el nordeste argentino, entre otras.

Los nombres de hermanas y hermanos en la fe, militantes sociales, referentes territoriales, sindicalistas, cooperativistas y personas de diversos sectores con inspiración cristiana engrosaron la lista de detenidos/as desaparecidos/as.

A 40 años de la recuperación de la democracia en nuestro país, levantamos las banderas de Memoria, Verdad y Justicia junto a los espacios de fe para que el silencio y la complicidad de una parte de nuestra iglesia no oculte la lucha de nuestros/as hermanos/as.

“Lo más triste sería no comprometerse y (no) luchar por lo que es justo”, decía “la hermanita Alicia” (Alice Dumont, monja desaparecida durante la dictadura militar). En cada marcha, llevamos su nombre y el de tantas otras hermanas que fueron testimonio de vida jugada por amor. Ese camino, sus historias, sus ideales, nos siguen inspirando para no bajar los brazos en las luchas por nuestros derechos.

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Conocé las semblanzas de las mujeres que hicieron historia por una iglesia del pueblo

  • Marta Juana González

«Me enseñó a razonar, a entender la palabra de Dios y a luchar»
“Nos cuidaba y nos llevaba de campamento a las sierras «algo que los jóvenes pobres no podíamos hacer»
«Juntaba gente en la plaza y luchaban por el agua» *

Marta nació el 5 de mayo de 1950 en Guasapampa, un pequeño pueblo del noroeste cordobés. A los pocos años, la familia se trasladó a Villa El Libertador, un barrio popular en la capital cordobesa.
Allí estudió, se recibió de maestra, trabajó y participó en el grupo juvenil de la parroquia. Su compromiso político surgió en esos encuentros comunitarios. Era creyente y se sentía identificada con la teología de la liberación. Por eso dedicó su tiempo a compartir lecturas de la biblia diferentes a la que proponía la autoridad de la iglesia, porque se acercaban más a los intereses y necesidades de la comunidad.
En 1975 fue secuestrada junto a su compañero Luis Miguel Baronetto. Sus dos hijos nacieron en cautiverio: Mariana Sol y Lucas.
Fue asesinada el 11 de octubre de 1976.

*(Testimonios extraídos de la presentación del libro Marta Juana González: la lucha, la tiza, el sueño)

 

  •  Léonie Duquet y Alice Domon

Alice y Léonie se conocieron trabajando en barrios desfavorecidos de Morón donde impulsaron la instalación de capillas sobre tranvías recuperados. Formaban parte de la congregación de las Misiones Extranjeras de París. Se destacaron por su trabajo social en los barrios, pero también brindaron apoyo espiritual a las familias y participaron en la búsqueda de desaparecidos/as por la dictadura militar.

Alice Domon nació en 1937 en Toulouse. Llegó a la Argentina en 1967 con un grupo de la congregación que se dedicaría a dar catequesis a niños con discapacidad. Tenía un fuerte compromiso con los sectores más empobrecidos de nuestro país. Trabajaba en las Ligas Agrarias junto a campesinos tabacaleros de Perugorría, Corrientes, cuando irrumpió el golpe militar. 

Leonie Duquet nació en 1916 en Chenalotte, Francia. Viajó a Buenos Aires en 1949 para abrir una nueva casa de la congregación. Realizaba trabajos de enfermería, colaboraba con los jardines de infantes y daba catequesis para chicas de 13 a 16 años en el Colegio de las Hermanas del Sagrado Corazón, en Morón, provincia de Buenos Aires. Recorrió el norte del país, Santa Fe y Santiago del Estero llevando el Evangelio. Pasó una temporada con comunidades originarias, en Malleo, al pie de los Andes.

Alice y Leonie fueron secuestradas en 1977 junto a un grupo de Madres y familiares de detenidos/as – desaparecidos/as. El centro de las reuniones con los familiares era la Iglesia de Santa Cruz, una comunidad que, inspirada en el renovado peregrinar de la iglesia latinoamericana, abrió sus puertas a las primeras Madres de Plaza de Mayo. Fueron llevadas al Centro Clandestino de dentición ubicado en la ESMA. Durante su secuestro fueron fotografiadas con una bandera de Montoneros, buscando instalar la idea de que habían sido prisioneras de ese grupo.

En 2005 se descubrió que Leonie fue víctima de uno de los “vuelos de la muerte” siendo arrojada al Río de la Plata. Su cuerpo había sido encontrado en 1977 en la costa pero fue enterrado como NN. Alice permanece desaparecida.

Archivo desclasificado del Departamento de Estado norteamericano sobre las redes de encubrimiento en torno al secuestro y desaparición de las monjas francesas: https://lavaca.org/notas/leonie-duquet-los-socios-del-silencio/

 

  • María de las Mercedes Gómez

La Mecha, como le decían, conectó el trabajo religioso con el compromiso hacia los sectores más empobrecidos de nuestro pueblo.

Nació en 1949 en la ciudad de Córdoba, en una familia humilde y muy católica. Creció al cuidado de su tía Angélica que era Madre Superiora. Fue formada para novicia y para dar clases de catecismo en el convento Sagrado Corazón de María de barrio General Paz.
Pero sus inquietudes y su sensibilidad, la acercaron a las ideas de la iglesia tercermundista, que planteaba una opción por los pobres. Por eso, como dice su hija: “dejó todo y rompió con la jerarquía de la iglesia para irse a vivir en la villa del bajo Yapeyú, para cuidar a las mujeres y niños de la villa. Y aunque no se presentaba como feminista, trabajaba con las prostitutas y mujeres el tema del cuidado para no quedar embarazadas, promovía el uso del preservativo y espacios de conversación para cuidarse, entre muchas otras cosas”.

Con el tiempo, empezó a reunirse con jóvenes peronistas provenientes de la Acción Católica, en la Iglesia Sagrada Familia, para problematizar los puntos de conexión entre la praxis católica y la lucha por la transformación social.

Participó en las históricas jornadas del Cordobazo. Y continuó su militancia social, en los barrios de Córdoba.

Más tarde, con quien fuera su compañero, Carlos Orzaocoa (el Vasco) se incorpora a la organización PRT ERP (Partido Revolucionario de los Trabajadores).

Fue detenida y desaparecida el 21 de marzo de 1975. Estaba embarazada de seis o siete meses, esperaba su segundo/a hijo/a. La Mecha y su hijo/a siguen desaparecidos/as.

En su memoria, testimonio de esperanza y compromiso con una iglesia del pueblo, hoy y siempre las recordamos.