Los registros tomados durante el primer encuentro de “Músicas para un futuro transfeminista”, reflejan que se habló mucho, mucho sobre “el tiempo”. Las notas en la libretita repiten tozudamente: “estos tiempos”, la “línea de tiempo”, “tiempos pasados y futuros”…
En la música el “tempo” es una característica que permite identificar no sólo la velocidad, sino el carácter o la expresividad de la pieza a ejecutar. La larga conversación entre compositoras, intérpretes, productoras, instrumentistas, cantantes, pareció también atravesada por estos sesgos: a veces grave, o más lento. Por momentos andante, allegro, presto, y hasta prestissimo…
Los disparadores planteados por Flor Alcaraz, Buji Molas, Luchy Zaghis y Kolo Dahbar, permitieron iniciar los “Debates musicales para una nueva discursividad escénica” con diferentes perspectivas, reflexiones y preguntas sobre el contexto de la cultura y la política en la actualidad.
Mientras, una línea de tiempo en la que estaban indicadas leyes y derechos conquistados para construir igualdad de género, se iban sumando los “hitos” personales y profesionales que marcaron las trayectorias de las participantes. Lo personal y lo político entrecruzado en un recorrido temporal que enmarca y reafirma la progresividad, integralidad y fragilidad de nuestras democracia.
Con Lucre Ortiz y Cci Kiu algunas reflexiones tomaron cuerpo de canción, de ritmo, de canto grupal, que terminó confluyendo en una jam session multigenérica e intergeneracional, que colmó el patio del Centro Cultural con sonidos emocionantes.
Como tantas veces, faltó tiempo. El tirano, el que está después, el que está a favor de lxs pequeñxs, nos sigue haciendo preguntas.
Elegimos, por eso, compartir fragmentos de la exposición de la Kolo Dahbar, que tan bien viene a cuenta de los cuestionamientos de este tiempo.
Entre el avance y el retroceso.
Pistas para abrir y reparar el presente dañado
Victoria Dahbar (Kolo)*
Lo que me gustaría compartir con ustedes tiene que ver con algunas consideraciones sobre el tiempo, con pensar cómo las maneras que tenemos de entender el tiempo en general y el tiempo presente en particular tocan nuestras formas de hacer arte y de hacer política. Y estas figuras que menciono, de avances y retrocesos tienen que ver exactamente con eso, con pensar en el tiempo, en la temporalidad del derecho y la violencia, que por lo que hemos constatado no sigue un curso lineal, y como nos dijo Simone de Beauvoir, “basta una crisis política, económica o religiosa para que nuestros derechos se vean amenazados”.
Creo que en algunas de estas preguntas pueden haber pequeñas pistas de lo que yo entiendo que han ofrecido tanto las Ciencias Sociales y Humanas, como los feminismos y las prácticas artísticas ante esa pregunta tácita pero insistente de acerca de por dónde seguir, de qué maneras y junto a quiénes.
Hace unos meses me llamó la atención un afichito de la Imprenta Rescate, un afichito que decía “EL CINE ES UN INVENTO SIN FUTURO”. Esa idea de que el cine es un invento sin futuro ha sido atribuida a los Hermanos Lumiere y estaba escrita en los estudios de cine italianos Cineccitá. Al parecer, pese a que les iba bien, los hermanos Lumière (Louis y Auguste Lumiere) estaban convencidos de que la industria cinematográfica iba a tener un futuro poco prometedor y de que sería olvidada con el paso del tiempo, y esa certeza los llevó a abandonar la producción fílmica en 1905. De manera que ese gesto de Cineccitá al sostener esa frase escrita en un espacio de efectiva producción de películas, es un gesto irónico, parece estar advirtiendo que el presente se equivoca, que el presente muchas veces se equivoca en la consideración que tiene respecto de sí mismo.
Pensando junto a Walter Benjamin: ¿dónde está el error? En suponer que las cosas necesariamente van hacia mejor, lo que se conoce como una idea progresista de la historia, o su opuesto, suponer que las cosas necesariamente van a peor. Por eso la invitación que traigo es que pensemos en estas ideas del tiempo que enmarcan actualmente nuestras prácticas y veamos qué nos hacen.
¿Por qué esas ideas de la historia eran equivocadas para Benjamin? Porque él entendía que no había ninguna ley histórica que nos permita afirmar que las cosas van a mejor, que las sociedades “avanzan” o “retroceden” en términos totales. Y aquí me gustaría detenerme, para pensar qué le dicen estas reflexiones a nuestro presente y a nuestra experiencia del presente.
Nos invito a un ejercicio comparativo, que es situarnos en 2018 y en 2024, y pensar qué ideas del presente teníamos entonces y tenemos ahora.
En 2018 estábamos convencidas de que el patriarcado se iba a caer.
En 2018 nos sorprendía el avance de las TERF, nos sorprendía que un colectivo feminista reivindicara posiciones esencialistas acerca del sexo y el género ya discutidas por la propia biologíal.
¿Por qué? Porque quizás en algún momento se volvió de sentido común que esa lucha ya se había dado, que esa fase estaba ya superada.
Si pensamos, como pensábamos en 2018, que vamos hacia mejor -en términos totales quiero decir, ¿no?-, que el patriarcado se va a caer, necesariamente, como ley histórica, ¿qué herramientas, qué abordajes tenemos para hacerle frente a la evidencia de que no sólo no se cayó, si no que el presente ha empeorado nuestras condiciones de vida? La narrativa progresista no sólo se equivoca a la luz de los acontecimientos (como es el caso de los acontecimientos de Barracas) si no que no permite articular políticamente aquello que queda por fuera de esa lógica triunfalista, cuando los vientos son prósperos. Cuando todo aquello que pensábamos como excepcional, sucede, y vaya si empezó a suceder, no tenemos herramientas para interpretarlo y para hacerle frente.
Ni en el 2018 teníamos razón -pensando en términos absolutos- en relación a que íbamos hacia mejor, ni en el 2024 tendremos razón si pensamos que todo va hacia peor. No sabemos si se va a caer. Esto no quiere decir que no vaya a suceder, quiere decir que la historia está abierta.
La advertencia, entonces, que yo encuentro para el presente es que el hecho de que el presente tenga su cuota de desastre no implica leer la historia en una lógica derrotista. La advertencia para el futuro sería que cuando cambien los tiempos -que ojalá que cambien, y haya viento a favor- no nos demos por triunfadas.
Para recuperar esa “lengua del matiz” de la que habla val flores y esa idea del presente más abierto, si bien asistimos al desmantelamiento de una política pública feminista en general y en materia de violencia de género en particular, si bien hemos escuchado recientemente las declaraciones del ministro de justicia, conviene matizar esa consideración del presente con otros eventos del presente que también son cosas que pasan. Ayer se condenó a prisión perpetua a Luis Alberto Ramos, asesino de Tehuel de la Torre y se lo condenó por crimen de odio. Días atrás, aquí en Córdoba, también fue condenado Diego Concha, ex director de Defensa Civil de la provincia, por la muerte de Luana Ludueña. Quiero decir: si bien los ataques a nuestros derechos son reales y son una amenaza sobre la que hay que trabajar, el mundo no se ha detenido.
* Victoria Dahbar (Kolo) es investigadora y docente en la Universidad Nacional de Córdoba. Entre la teoría feminista, la poesía y las canciones, sus preocupaciones y publicaciones de los últimos años anudan crítica de la violencia, temporalidad y emociones, hacia una crítica del capitalismo y la imaginación de otras formas de vida. Otras figuraciones. Sobre la violencia y sus marcos temporales (2021) es su último libro publicado, y asunto: (sobre)vivir en diferido, es su próximo libro, junto a val flores. Se le da bien aquello de acompañar el proceso de otras, que es la definición del trabajo editorial. Desde 2017 lleva adelante Caterva, un grupo de cantoras de música popular que actualizan repertorios antiguos en un ensamble temporal y estético.