Como mujeres católicas nos solidarizamos y repudiamos la sanción que el Vaticano impone al sacerdote Nicolás Alessio, sacerdote cordobés de la parroquia de San Cayetano, quien trabaja con un compromiso de 30 años por la opción por los pobres y en defensa de los derechos de igualdad de aquellas personas que deciden vivir su sexualidad desde su elección. Su pronunciamiento público y su apoyo al matrimonio igualitario le valió una sanción del Arzobispo Ñañez. El proceso llegó hasta el Vaticano y través de la Congregación para el Clero, se decidió el 6 de febrero de 2013 que este sacerdote ya no tenga más los derechos propios del sacerdocio y no esté vinculado a las restantes obligaciones conexas.
Nos preocupa que esta jerarquía, que sanciona a Alessio por seguir los pasos de Jesús al no cerrar las puertas de la iglesia al diferente, al pobre, al enfermo, al que los fariseos declaraban impuros/impuras, no expulse a los sacerdotes pedófilos a los que comulgaron con la dictadura.
Washington Uranga en su artículo del Página 12 del día 14/04/2013 nos recuerda: «Christian von Wernich, sacerdote condenado a reclusión perpetua el 9 de octubre de 2007 por delitos de lesa humanidad, fue hallado culpable de 34 casos de privación ilegal de la libertad, 31 casos de tortura y 7 homicidios calificados. Sigue ejerciendo en la cárcel su ministerio sacerdotal. Julio César Grassi, sacerdote de la diócesis de Morón, fue declarado culpable de dos hechos de abuso sexual y corrupción agravada de menores, y en primera instancia se lo condenó a 15 años de prisión el 10 de junio de 2009. La sentencia fue apelada y todavía no hay resolución definitiva. Grassi sigue ejerciendo su ministerio sacerdotal. No cabe duda de que para la jerarquía de la Iglesia Católica opinar a favor del matrimonio igualitario merece una sanción mucho más grave y severa que la participación en un genocidio o el abuso sexual contra jóvenes y niños».
¿Por qué a ellos no? ¿Por qué a Alessio si? Esta decisión da cuenta de que la moral sexual de la jerarquía sigue siendo conservadora y retrograda, y contradictoriamente permisiva para los que cometieron delitos de abuso sexual o encubrieron explícitamente crímenes de lesa humanidad. La jerarquía sigue pensando (y por lo tanto discriminando) que los que eligen y no acatan el «mandato natural» son enfermos o perversos, niega la sexualidad como parte constitutiva del sujeto que va mas allá del sexo biológico que uno porta. Además, apoya y/o oculta a personas que dentro de la misma institución niegan sistemáticamente con sus prácticas misóginas y delictivas el lenguaje de amor del evangelio de Jesús.
Apoyamos a Nicolás, para nosotras él sigue siendo un sacerdote, un pastor de Jesús, no se puede quitar por decreto un sacramento. Su trabajo pastoral da cuenta de una trayectoria sacerdotal de compromiso con los valores cristianos, esos que se viven cada día, en el llano, con la gente, que nos desafían a ser más solidarios/as y compasivos/as con las necesidades humanas. En palabras de nuestro obispo Mártir Angelelli «con un oído en el pueblo y otro en el evangelio», esa actitud es la que marca la pastoral de Nicolás Alessio, y por eso esta jerarquía, que desoye, lo sanciona y expulsa.
Católicas por el Derecho a Decidir Argentina
Córdoba, 16 de abril de 2013
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