En tiempos de avance de discursos fundamentalistas, Católicas por el Derecho a Decidir participó del XVI Congreso Brasileño de Bioética con el compromiso de seguir dando los debates éticos y políticos que marcan nuestra agenda como feministas, católicas y defensoras de los derechos humanos. Compartimos una experiencia de articulación regional en torno a la Marea Verde y reafirmamos la necesidad de sostener vidas dignas en contextos de creciente desigualdad.
Entre el 28 y el 31 de julio, se celebró en Río de Janeiro el XVI Congreso Brasileño de Bioética, un encuentro clave para el pensamiento ético y plural en América Latina. En esta edición, centrada en los ejes de bioética crítica, interseccionalidad y pluralidad, Católicas por el Derecho a Decidir (CDD) fue parte de la mesa “La Marea Verde en América Latina: mujeres, profesionales de la salud y biotecnólogas”, compartiendo su mirada desde una perspectiva feminista, católica y latinoamericana.
El congreso —organizado por la Sociedad Brasileña de Bioética en el marco de su 30º aniversario— reunió a activistas, académicas y profesionales de distintas áreas para debatir sobre los dilemas éticos que atraviesan la vida cotidiana, en un contexto marcado por avances científicos, disputas culturales y amenazas regresivas en materia de derechos humanos.
En esta edición, centrada en los ejes de bioética crítica, interseccionalidad y pluralidad, nuestra compañera Pate Palero fue parte de la mesa “La Marea Verde en América Latina: mujeres, profesionales de la salud y biotecnólogas”, compartiendo su mirada desde una perspectiva feminista, católica y latinoamericana, junto a Ana Cristina González (Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres, Colombia), Gabriela Rondón (Anis – Instituto de Bioética, Brasil) y Débora Diniz (activista, docente e investigadora en la Universidad de Río de Janeiro, Brasil).
En particular, pusimos en valor los aportes específicos que, como católicas feministas, llevamos al debate bioético. Reafirmamos el lugar de la conciencia como espacio sagrado de discernimiento personal, y la afirmación: “donde hay duda, hay libertad”, como dos conceptos teológicos fundamentales que sostienen la autonomía moral de las personas para decidir, incluso frente a mandatos religiosos rígidos o dogmas establecidos.
Nuestra intervención apuntó a mostrar que el discurso religioso no es monolítico, y que existen tradiciones dentro del cristianismo que alientan la libertad de conciencia, el diálogo interreligioso y la justicia social. En un tiempo signado por el avance de derechas extremas y fundamentalismos religiosos, creemos que estas voces son más necesarias que nunca.
La participación en este congreso fue también una oportunidad para fortalecer redes latinoamericanas y reafirmar el compromiso ético que nos une: la defensa de los derechos humanos, de la justicia reproductiva y de una bioética que no se limite a lo técnico, sino que se interrogue por las condiciones materiales, simbólicas y espirituales que hacen posible una vida digna. La diversidad de voces presentes —académicas, activistas, profesionales de la salud, teólogas, juristas, artistas— evidenció la riqueza de los abordajes posibles y la urgencia de seguir construyendo espacios de intercambio y pensamiento crítico.
